A través de nuestra dieta, de los alimentos y bebidas que ingerimos, nuestro cuerpo recibe todos los nutrientes necesarios para funcionar de manera efectiva. Es por eso que llevar una dieta equilibrada es indispensable para que nuestro organismo también funcione perfectamente. Y para ello necesitamos vitaminas y minerales muy diferentes, porque cada uno de ellos se encarga de una misión. Por ejemplo, el fósforo tienen una importancia vital para la creación de los huesos y los dientes, además de ayudar a nuestro organismo a crear las proteínas necesarias para el crecimiento y el desarrollo.
El fósforo trabaja con las vitaminas de tipo B, y supone, especialmente en los primeros años, uno de los nutrientes más importantes que debemos consumir, para que nuestro crecimiento sea adecuado. A lo largo de nuestra vida, el fósforo se encargará de crear proteínas, pero también de ayudar al cuerpo a crear las moléculas ATP, que nos servirán para guardar la energía que vamos a utilizar posteriormente, cuando la necesitemos.
Es por eso que incluir alimentos con fósforo en nuestra dieta siempre viene bien, siendo indispensable en los primeros años. Los productos lácteos, como la leche, el queso y el yogur, son una magnífica fuente de fósforo y calcio, pero también lo encontramos en cereales de grano como el arroz, o incluso en frutos secos como las nueces. Así mismo, algunas verduras como las patatas o los espárragos también son una buena fuente de fósforo.