Conocemos bajo la denominación de dieta macrobiótica a una serie de normas y consejos enfocados a la alimentación, en los cuales se persigue conseguir una vida saludable y duradera.
Este tipo de dietas han conseguido hacerse bastante populares a lo largo de los últimos años, y es que existe un gran cambio de conciencia a nivel mundial que comienza a valorar esta doctrina basada en la medicina china así como el la religión budista donde la salud está estrictamente ligada al equilibrio entre las energías, como por ejemplo el yin y el yang, las cuales se encuentran en toda la naturaleza.
De manera que, según este tipo de dieta, una alimentación adecuada aporta equilibrio a nuestro cuerpo, una harmonía que a su vez nos ofrecerá salud y serenidad espiritual.
A continuación os vamos a ofrecer las claves principales de este tipo de alimentación, para que podáis ir experimentando con algunas recetas macrobióticas como las que podemos encontrar en la web anterior:
Características de las las dietas macrobióticas
En este tipo de dieta el cincuenta por ciento de los alimentos diarios a ingerir estarán formados por algún tipo de cereal integral, como por ejemplo arroz, trigo, avena, mijo, maíz o centeno.
Las verduras y las hortalizas también forman una parte muy importante de este tipo de alimentación, ya que abarcan un total aproximado de un 25 por ciento de nuestra ingesta diaria.
Los platos principales suelen acompañarse de sopas (de las cuales se toman de una a dos tazas al día), las cuales pueden elaborarse con miso (podréis encontrar una buena receta de sopa de miso aquí) o tamari (también conocido como salsa de soja).
En lo referente a las proteínas de origen animal, en la dieta macrobiótica está permitido comer pescado blanco durante dos veces a la semana, y tan solo está permitido el consumo de carnes de pavo o pollo de manera puntual, como algo completamente excepcional.
Respecto a los huevos, tan solo consumiremos huevos fertilizados, y tan solo uno cada diez días. El consumo de fruta al natural no se recomienda, ya que preferiblemente ha de comerse seca o cocida al vapor. Durante las comidas evitaremos a toda costa ingerir líquidos, ya que tan solo deberemos hacerlo después y siempre a pequeños sorbos. Las bebidas más adecuadas son el té Bancha (o té de tres años) así como el café de cereales. En el caso de que debamos consumir agua, se recomienda tomarla siempre tibia, nunca refrigerada.
Estas son las principales características de la dieta macrobiótica, una doctrina alimentaria que pese a que puede llegar a parecer muy estricta, a la larga aporta salud y bienestar a nuestro organismo vigilando tan solo algo tan simple como nuestra alimentación.