En la mayoría de dietas especiales para rebajar kilos, el alcohol es una de las cosas que está completamente prohibida. Sin embargo, lo está más bien por lo que normalmente le acompaña, que por sí mismo. Es decir, aunque el alcohol en sí, por el ejemplo el del whisky, tiene también calorías, lo que de verdad nos hará fallar en nuestro intento de adelgazar es el refresco hiperazucarado con el que lo mezclamos. Lo mismo ocurre con la cerveza, que contienen las calorías de la cebada. Sin embargo, el vino es distinto.
Como habrás podido comprobar en muchas ocasiones, el vino puede ser una alternativa perfecta para cualquier otra bebida alcohólica, incluso más sana que un refresco, ya que no contiene tal cantidad de azúcares añadidos. Por su composición, el vino cuenta con un 10-12% de alcohol. El resto es prácticamente agua. Y lo mejor es que ese alcohol se consigue gracias a la fermentación de la uva, un proceso cien por cien natural, en el que no se añaden nuevas calorías.
Esto hace que el vino sea la mejor elección para poder disfrutar de algo de chispa en nuestra dieta, dejando a un lado el agua o los zumos naturales. Una copa al día puede ser incluso beneficiosa para nuestor organismo, debido a los nutrientes y antioxidantes que el vino ofrece a nuestro cuerpo. Sin abusar, es cierto que su función es muy positiva y desde luego, es preferible a tomar copas o incluso cerveza, al ser más sano. Además, potencia el sabor de las comidas, si sabemos elegir el tipo de vino adecuado para cada ocasión.
Entendemos que aquellos que están sumidos en una dieta muy especial tengan dudas a la hora de tomar vino como alternativa a la cerveza y al alcohol que no pueden ingerir. La respuesta es sí, en su justa medida, el vino puede tomarse incluso en las dietas, disfrutando de su toque y su sabor.